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¿A cuantos personajes históricos recononces?
El blog La historia Interminable renovado y celebrando su 2º año en la red

miércoles, 12 de enero de 2011

Husitas, expecialistas en saneamientos y reformas


Europa, siglos XVI Y XV.
Soplan vientos de cambio y el olor que traen está mas rancio que el pan del comedor de mi instituto. Es olor de la religión Católica. Huele a incienso, a oropel y a mucha roña escondida detrás de tanto bisillo.
Los católicos se forran a base de sacarle la sangre al populacho (vamos, el concepto primitivo del banco, mucho prometer pero a la hora de la verdad ná). Hartos de esto, una serie de pringaos, entre ellos un cura protestón y un rey salido toman la iniciativa y con dos huevos se lanzan a montar ellos su chiringuito, osease, a montar su propia religión. Hoy en día cualquier hijo de vecino con dos dedos de frente y un grupo de Facebook puede hacerlo, pero en 1500 (circa) eso de ir por ahí poniendo carteles diciendo que tu eres el nuevo papa, pues como que no.
Estas reformas le decían a la religión católica que eso de tanto lujo y oropel estaba mal y que debían hacer eso de la última cena: Tomad y comer todos de el.
Pero al señor Papa eso no es que le viniese muy bien, por lo que a Luterillo y a Henry VIII se los catalogó de enemigos number one, osease, que ya podían correr de las llamas de la hoguera para herejes (en ese siglo se puso muy de moda eso de quemar herejes, ya que con gran regocijo del pueblo, se aprovechaba que quemaban a un musulmán para asar salchichas hechas con otro musulmán, muy ricas en curri).
Pero antes de estos dos mamelucos existió un nene que también tenía ganas de liarla. Lo que pasa es que a este si que lo pillaron y lo quemaron, dejando un bonito olor a cura calcinao. Se trata del señor Jan Hus, que doscientos años antes que los otros dos mindundis ya empezó a soltar el rollito de los cambios. Pero esta idea ya le venía de otro meapilas, así que realmente de mérito, pues tiene poco. Al nene lo quemaron por traidor a la religión católica y así intentaron dar el asunto Hus por acabado. Pero como todo chamán, líder o cualquier persona con ropas raras y mucho carisma, tenía sus seguidores.
Los Husitas, llamados así por el apellido, defendieron la causa de Jan Hus. ¿Y como, se preguntarán ustedes? ¿Pancartas, manifas, huelgas? En el siglo XV estaban de moda dos cosas, las hogueras y las guerras.
Estas guerras son conocidas como las guerras Husitas (Historiadores vagos, creando nombres desde tiempos viejunos), y en estas guerras, nombramos un personajillo remarcable, el señorito Jan Žižka, pero como su nombre es así como mu chungo, pues le vamos a llamar solo Jan.
Jan es uno de los mejores estrategas de la historia militar, o al menos eso dice Wikipedia y un montón de Checos, pero como hablan mu raro, pues no me he podido enterar de gran cosa. Para ir imponiendo, pierde un ojo ya de pequeñajo, que el parche siempre acojona más. Metido en guerras desde jovencito, acabó como guerrillero mas pobre que el esfuerzo en una clase de religión. Su escudo, para gran recuerdo y orgullo de su familia, luce con mucha gala un bogavante. Había animales pa dar y tomar, pero Jan tuvo que elegir el bogavante. Manda huevos.

Una vez hubo descubierto al amigo Jan Hus, se hizo fiel seguidor de sus desvaríos. Al morir Hus, decidió coger a un grupo de Husitas y marcharse a una colina por ahí perdida a proclamar su buena nueva a hostia limpia.
Montó un campamento llamado Tábor y allí se dedicó a entrenar a sus soldados. La mayoría de ellos eran simples y llanos granjeros y campesinos que sabían de armas lo que un colibrí. Por tanto ideó sistemas innovadores y también graciosos para que sus labradores se convirtiesen en segadores de almas. Implantó el uso del mosquete entre las tropas, por lo que las guerras Husitas se consideran las precursoras del mosquete como arma de combate (hasta entonces solo lo usaban para hacer tiro al blanco en las ferias, con escasos resultados).
Una creación que considero notable es la carreta de guerra artillada. Esta era una carreta de madera a la que le puso techo y blindaje y unos agujeritos pa meter por ahí los moquetes. ¿Qué viene la caballería? Pues cogemos las carretas y las plantamos en círculo haciendo una muralla. Al de cinco minutos ya no queda caballo en pie. ¿Viene la infantería? Bajamos la colina a toda hostia y mientras los arrollamos les disparamos. ¿Viene la artillería? Bueno, entonces si que estamos un poco jodidos. En este encale de una película en Technicolor o algo así podemos ver un poco el ejercito de campesinos y sus carretas artilladas.
Sus logros militares hubiesen seguido así, pero dio la casualidad de que mientras asediaba la ciudad de Přibyslav la peste se lo llevó al otro barrio. Los Husitas, mas picaos que el ajo en un programa de Arguiñano quemaron y arrasaron la ciudad. Motivos nos les faltaban, sin Jan, estaban mas perdidos que un pulpo en una cazuela.
Al morir, sus seguidores, hombres de moral alta y cultura profunda, le arrancaron la piel y construyeron un tambor con el que llamar a los Husitas a la guerra. Como vemos, el tipejo dio guerra hasta muerto.
Con el tambor o sin el, los Husitas tenían los días contados. Perdieron la guerra y con ella el pellejo.

miércoles, 5 de enero de 2011

¡Volando voy! (o eso intento)


(Para los cinéfilos)

Uno mira al cielo y si esquiva las cagadas de las risueñas ratas con alas que son las palomas, podrá ver una especie de punto blanco que se mueve por ahí arriba a toda leche. Efectivamente, es un avión.
¿Pero de donde salieron estos aparatejos que aun seguimos encontrando imposibles? ¿De los árboles? ¿Salieron de la tierra como los hongos? De eso nada nenes, los aviones vienen de estos seres tan estrafalarios que son los inventores. ¿Pero quien se lleva la palma de oro en eso de ser el inventor del primer avión? Difícil de decir, ahora veremos el porqué.

El interés del ser marrano (perdón, del ser humano) viene ya desde que algún griego se tiró por el balcón con armatostes de madera y telas imitando a las gaviotitas.
La historia de la aviación esta llena de temerosos lerdos que se han tirado por acantilados y tejados con sus aparatos. ¿Llegó a volar alguno? Solo el tiempo lo sabe.
De entre todos estos aceleraos anteriores a los auténticos aviadores asoma el nombrecito de Da Vinci, que empezó a plantearse ideas mas serias en la aviación. Hizo un par de dibujos pero nunca llegó a construir tales mamotretos. Sin embargo, años después, estos dibujitos fueron usados para dos cosas, una, como inspiración, y dos, como “subenirs” para giris en el museo Da Vinci.
Pegamos un salto (metafóricamente, no te vayas a romper algo) y llegamos al siglo XVIII (no hace falta que cuentes palos, ya te digo yo que es siglo 18).
En estos 100 añitos los temerarios del aire dan un pasito al inventar el globo aerostático, ya sabes, esto que usaba Willie Fog.
El primero de estos juguetitos voladores lo inventó un sacerdote brasileño por el año 1708, aunque en el globo no fuese nadie. ¿Cómo lo bajaron entonces? Hipótesis dice que le tiraron piedras hasta pincharlo.
No es de extrañar que viendo el “gran” avance de este sacerdote, no haya nada mas interesante que decir hasta 1782, cuando dos hermanos (No, todavía no son los famosos) llamados Joseph y Jacques Montgolfier inventaron una serie de globos de papel y tela, los cuales fueron tripulados esta vez por pollos. Mas tarde, cuando descubrieron que los pollos no tenían intención de bajar para que les convirtiesen en almuerzo, lanzaron otro vuelo, esta vez pilotado por un acelarao del que poco sabemos.
Los globos no fueron que se diga, un gran avance. Volaban si, pero como una patata, sube un rato, para luego bajar de sopetón.
Olvidándonos de estos mastodontes hinchados que eran los globos, empezó a salir otro tipo de vuelo mas interesante, el planeo. Imitando a las gaviotitas y a los diseños de Da Vinci, estos vuelos utilizaban sistemas tan locos como calderas de vapor ¡En un ala delta poner una caldera!
Pero realmente el inventor del avión es un tipo que tiene nombre de fruta Clement Ader (Clementino en español). Este nombre no le dice casi nada nadie, por lo que diré yo lo que sé. Clementino tuvo ideas tan locas como construir planeadores con plumas de oca. En 1897 realizó un vuelo de 50m con uno de sus aparatejos, tan complejo y desmesurado que no lo pudo controlar, al que bautizó como Avión III. Como su trasto era mas incontrolable que un bote de nitroglicerina puesto en la punta de un alfiler, el gobierno francés le dijo que no lo aceptaba para tirar bombas. Clementino la diñó pasando sus últimos años fabricando motores de coche, aunque tampoco se hizo famoso con estos prodigios.
Los que realmente si se hicieron famosos fueron los famosos hermanos Wright, que encima se dieron de leches con un tal Alberto Santos Dumont, el cual también inventó un avión y presumió de haber realizado el primer vuelo tripulado, a la par que los Wright. Por lo visto 105 años después no nos hemos puesto todavía de acuerdo, por lo que Internet está divido en los partidarios de los Wright y los de Alberto. Yo personalmente opino que se lo merece mas Albertito, ya que su avión podía despegar sin necesidad de viento, al contrario que el de los Wright.

Como vemos, eso del primer vuelo es muy relativo. ¿Le damos los laureles a los primeros aventureros salta-balcones? ¿A los hermanos franceses del globo? ¿A Clementino? ¿A los Wright y a Albertito y que se peguen por el? Yo sinceramente se los daría a los pollos que volaron en el globo de los hermanos franceses.